
¿Por qué soy fotógrafo de bodas?
Dedicarme a la fotografía nupcial no era algo que estuviese ahí desde el principio, antes que esta, me atraía mucho la fotografía documental (lo sigue haciendo), capturar imágenes que contasen una historia, momentos que explicasen una noticia, un evento, un instante que con palabras no se pudiese expresar por completo y también recuerdos que solo el paso del tiempo daría su verdadero valor.
La verdad que ahora está muy de moda todo lo que sea natural y espontaneo, pero cuando yo empecé a definirme (hace 8 años aproximadamente), la fotografía de boda tenía otro concepto más clásico.
Todas las bodas estaban guionizadas de algún modo y eran muy protocolarias. Ser fotógrafo de boda estaba hasta mal visto. Era como si hubieses querido dedicarte a la fotografía y por no conseguirlo o necesidad de ganar más dinero, tirabas hacia ese sector.
Una parte de mi quería ser fotógrafo documentalista, pero trabajar de “freelance” para revistas o medios de comunicación estaba muy acotado y segmentado.
Por lo que, cuando decidí lanzarme a probar en colaboraciones, decidí hacer y adaptar la fotografía que me gusta y fotografiar de la misma forma que vivo y vivir de la misma forma que fotografío, y fue cuando me definí como fotógrafo “natural”, juntando la fotografía documental, con posados más sencillos, si, más “naturales”.
No busco nunca una fotografía de concurso. Estudio a la pareja. La psicología es muy importante bajo mi punto de vista para este trabajo. No todas las parejas se dicen “te quiero” de la misma manera y cada uno tienen su lenguaje corporal y verbal para mostrarse su amor.
En cierto modo cada pareja es diferente y única y yo intento siempre amoldarme a ellos. De ahí viene lo natural. Algo no forzado, real. Que ellos con el paso del tiempo sigan sintiendo las mismas emociones cuando vean las fotografías que cuando fueron tomadas.
Hay algo que es muy triste, pero real, con el tiempo te vas dando cuenta que la gente que quieres va marchándose y una fotografía es nuestro libro de historia.
Por eso siempre digo que no hay que dejar al azar recuerdos tan importantes como los que surgen este día.
En su momento, investigué a fotógrafos documentales especializados en bodas, a nivel nacional e internacional y me quedé atrapado.
Descubrí que, en un evento social de este tipo, tienes libertad para retratar todo tipo personas a toda velocidad, sin preparar, sólo robar. Fotos naturales donde importa más el momento a si miran o no a cámara. Es cierto que la foto documental no le gusta a todo el mundo y trato de satisfacer a las personas que buscan solo posados o fotos muy concretas y es cierto que para cierto tipo de fotografía de boda la pareja tiene que ser una pareja activa o atrevida y que no necesite el protagonismo de fotos más preparadas. Soy consciente que es duro sólo abarcar ese pequeño, reducido grupo de novios, pero ellos soy yo, personas que buscan que se cuente su historia. Y para mí se ha convertido en la forma perfecta de expresarme.
Una de las cosas que más valoro de mi madre y mi abuela es esa inmensa caja y álbumes de fotografías muy antiguas, donde puedo recorrer mi mirada y conocer mis origines, formas de vida de otras épocas, y de conocer a mi padre a través de ellas, ya que la vida me lo arrebató antes de que yo pudiera recordarle por mí mismo.
Para mí, el poder de la fotografía a través de los recuerdos es algo bonito y tierno al momento, pero de incalculable valor con el paso del tiempo. Es increíble lo que una sola fotografía puede hacerte sentir con el paso del tiempo.
Todo esto me hizo reflexionar mucho, me hizo pensar qué estaba haciendo con mi fotografía, qué quería que mis clientes recordasen en un tiempo y evolucionar profesional y personalmente.
Desde entonces quise cambiar la forma de guardar los recuerdos, menos estéticos, menos flashes y menos poses y mucha más historia, contexto, gestos, sentimientos, fotografía mucho más real.
Me emociono cada vez que puedo dar esa parte de su historia viva a cualquier persona, siempre que voy a disparar me pregunto, ¿qué me gustaría a mi recibir y cómo? Me acuerdo de mi padre, de lo que no tengo, eso es lo que siento y eso lo que trato de hacer… quería convertir mis fotos en sentimientos, historias reales, en recuerdos convertidos en arte… y eso hice, por eso me convertí en fotógrafo documental de bodas. Creo que es uno de los mayores artes fotográficos, el más difícil probablemente, pero el que de verdad tiene un sentido para esa persona y para mí.
Es raro no ir por cualquier calle caminando y viendo a gente haciéndose selfies y posando para la cámara de su móvil, pero ¿qué valor tienen esas fotos posadas el día de mañana?
Hoy quiero invitaros a reflexionar sobre ello y también sobre algo todavía más importante, ¿cuántas fotografías tienes de tus seres queridos en su día a día? Fotos de tus padres en casa haciendo su vida rutinaria, madres con batas y moños en el pelo, abuelas cocinando esas ricas lentejas que tanto te gustan…. En fin, ¿cuántas fotos tienes de lo que de verdad querrás recordar el día de mañana?
Sé egoísta y documenta tu propia vida, es el mayor de los regalos que podrás hacerte, hacer a tus hijos, tus hermanos, tu familia...
El valor de los recuerdos.
Así que, con esa máxima trabajo en cada uno de mis reportajes de boda, tratando de captar los recuerdos y las historias vividas en uno de los días más importantes de sus vidas para que los novios, cuando vean sus reportajes dentro de 10 años, sean capaces de recordar todo lo que allí pasó, tal cual como pasó, con mucha fuerza y real.
Por todo eso, si has leído hasta aquí (gracias) cierro con una ultima idea: “Si crees que un fotógrafo de bodas profesional cobra mucho, no sabes bien lo caro que sale un penoso reportaje de fotos”.
El evento dura unas horas, las fotografías son recuerdos para toda la vida, invierte en ellas.